En el Cardenal Guajiro encontramos a un valiente caballero, ataviado con un
ardiente plumaje rojo que parece una armadura de fuego, y una espada
forjada por su bravura y pasión. Es un defensor incansable del amor,
guardián que inspira historias como la que hoy tejemos a su alrededor.
Esta seductora ave dedica su vida a la conquista y protección de su amada. Su
canto es poesía que enamora, su danza es un hechizo que cautiva, y su
plumaje, un manto real que lo reviste de majestad. Su nido es refugio, un
castillo donde su amor florece cada día, donde honra a su compañera, objeto
de devoción.

El Cardenal Guajiro exhorta a rescatar el romanticismo en nuestras vidas
siendo persistentes en el amor, a proteger con ternura lo que atesoramos, y
a demostrar que la caballerosidad es una virtud atemporal.